Le veo sentado y todo se detiene
mi corazón empieza a dar brincos y vueltas sobre sí mismo.
Me dice: corre, ve, lánzate,
no mires nada más, solo a él.
Y, ¿quién soy yo
para negarle nada a mi corazón?
Salgo del autobús, su cara está vacía.
Él no está feliz, yo no estoy feliz.
Porque siempre será así,
mi felicidad depende de la suya.
Soy un reflejo de su estado,
porque se convierte en el mío.
Y me sube, me baja,
me hace feliz,
me hace querer más...
y como siempre, lo quiero todo.
Evoluciono a algo malo cuando me besa
no soy yo.
O quizá sí, pero mis ganas de quererle se multiplican
por la belleza de sus ojos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Sonrisas