Tú no me enseñaste a querer, me enseñaste a quererte.
Y ahora es cuando más deseo que me hubieses enseñado a olvidar,
a no querer, a no sentir, a no necesitarte, a no ser adicta a tí.
Me gustaría que me hubieses enseñado que no existen los "para siempre",
y que los te quiero pocas veces son de verdad, desde el corazón.
Y ahora es cuando más echo en falta tu calor,
tus besos y tus abrazos,
nuestras miradas de complicidad,
mis sonrisas sinceras y mis lágrimas de miedo.
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Sonrisas